El término autodeterminación es un poco extravagante. Parece que es un derecho natural, pero los derechos no son naturales, sino logros de las personas, conseguidos con sangre, dolor y lágrimas. Si no nos identificáramos como tales y no tuviéramos el deseo colectivo de dotar al País Vasco de un ropaje político, los vascos no tendríamos derecho de autodeterminación. Es decir, no tendríamos derecho de autodeterminación, si no nos autodetermináramos diariamente.
En última instancia, la nacionalidad no se puede basar más que en la auto-identificación o la autodefinición. Quien se siente vasco, lo es y punto. En todos los centros políticos mundiales, la Antropología y la Historia han hecho un inmenso trabajo en recoger, amoldar y reinventar testimonios de la historia y de la realidad de los pueblos. No hay que negar la creatividad y la sabiduría de los antropólogos y de los historiadores, pero resulta absurdo dejar en manos de la erudición especulativa los actuales problemas políticos y no en manos de la sociedad civil, cuando, en pleno siglo XX, las personas son lo suficientemente cultas e inteligentes.
Dejemos a los de El País con sus cuentos milenaristas y con esos mitos que inventan para desmitificar los deseos de los vascos. ¿Por qué somos vascos? Por una razón simple: porque nos sentimos parte de una comunidad invisible e inaudible llamada País Vasco, en vez de sentirnos parte de esas comunidades llamadas España o Francia.
Do artigo Algunas cosas sobre Joseba Sarrionaindia