Veamos el periplo llevado a cabo en Washington por el presidente de Gobierno, Rodríguez Zapatero, la semana pasada. Primero se reunía con 13 hombres de la aristocracia financiera de Wall Street, con una asombrosa influencia: las instituciones que representan son, en buena parte, las responsables del estallido de la burbuja de las hipotecas basura (subprime) del verano de 2007, y las protagonistas de los ataques especulativos contra la deuda española durante los pasados meses de mayo y junio. Y, por consiguiente, las causantes del giro espectacular de la política económica libremente elegida por el Gobierno español hasta ese momento.
Zapatero se examinó ante ellos para evitar nuevos problemas. Conviene recordar que algunas de esas instituciones presentes están intervenidas por el dinero público puesto en ellas para salvarlas de la quiebra (lo que causó en buena parte, la multiplicación de la deuda soberana y del déficit público) y otras tuvieron que olvidar su carácter de bancos de inversión y disfrazarse de holdings financieros -lo que las obliga a una mayor vigilancia y supervisión pública- como condición para ser ayudadas. Y sin embargo, ellas examinaron a Zapatero.
Joaquín Estefanía, ¿Quién manda?