
Yo no tengo el escenario que soñé hace dos años, le aseguro. He soñado con un escenario en donde no haya miseria, no haya desigualdad, no haya injusticia. Y todavía no logramos eso.
Usted dice que tuve un triunfo democrático, pero ello dentro de la democracia formal. Yo sostengo que Ecuador y América Latina tienen elecciones, pero aún no llegamos a lo que es la democracia. La verdad, no creo que haya democracia en un país donde hay tanta injusticia, tanta desigualdad.
Quien conoce bien a América Latina sabe que es la región más desigual del mundo. Y Ecuador, dentro de la región más desigual del mundo, es uno de los países más desiguales. Se puede encontrar aquí la más insultante opulencia al lado de la más intolerante miseria. Eso tiene que cambiar, y sólo cuando eso cambie tendremos verdadera democracia. Ése es el escenario que siempre he soñado y por lo que estamos aquí. ¿Cuáles son los medios para alcanzar ese fin? Una patria más justa, más solidaria, más equitativa. Los resultados electorales nos han apoyado ampliamente. Eso es un espaldarazo político para seguir profundizando los cambios. Más que cambiar de rumbo, se trata de profundizar los cambios que hemos iniciado, hacerlos más radicalmente, más aceleradamente.
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La crisis del capitalismo global que estamos viviendo en este momento no es una crisis coyuntural, de afuera del sistema, es una crisis desde adentro. De las crisis recurrentes del capitalismo, ésta es una de las más graves, pero desde adentro del sistema. No se van a encontrar soluciones dentro del mismo sistema que se está colapsando, sino que hay que construir algo nuevo y mejor.
Creo que existe conciencia en la mayoría de los gobiernos y dirigentes latinoamericanos de ello, que están aprovechando la oportunidad para construir algo nuevo y diferente. Por ejemplo, nuestra propia arquitectura financiera regional, para no depender. Ya no necesitan bombas, barcos o aviones para someter a nuestros países: necesitan dólares. Éstas han sido las ‘armas’ para someternos por medio del Fondo Monetario y del Banco Mundial. Eso no tiene porque ser así. Con los recursos que tiene América Latina podríamos autofinanciarnos, pero estamos en el absurdo de mandar esos recursos, en forma de reservas, al primer mundo, por medio de bancos centrales autónomos. Con una arquitectura financiera regional eso puede quedarse en la región y acabaría con una de las principales formas de dependencia de la región, que ha servido para someternos, que es la dependencia financiera. Eso lo tenemos claro.
Entrevista a Rafael Correa, presidente de Ecuador.